Coordinador del Programa Desarrollo y Cooperación, Fundació CIDOB
Barcelona, 16 de septiembre de 2008
Antes   de que acabe este año 2008 se aprobará la primera estrategia sectorial   de la cooperación catalana. Podría sorprender a priori que sea el   codesarrollo el tema elegido para esta primera estrategia sectorial,   antes que sectores tradicionalmente prioritarios como la salud, la   educación o el medio ambiente. Sin embargo, no resulta extraño que   Cataluña tome la delantera en un documento que ha de establecer una   política pública de codesarrollo, puesto que es precisamente la   comunidad pionera en la recepción e implementación de un concepto   acuñado en Francia a mediados de los noventa. Tampoco lo es el proceso   seguido, con el encargo y elaboración previos de un libro verde que   recoja lo sustancial de un debate que genera no pocas reservas, o cuanto   menos plantea aún muchas cuestiones por resolver.
La   incorporación en las políticas públicas del codesarrollo es un proceso   que dura ya una década. El debate es fruto del encuentro en un mismo   escenario de dos ámbitos políticos y sociales, el campo de las políticas   migratorias y el de las políticas de [cooperación al] desarrollo.   Existe un tercer campo que también juega, el las políticas de   integración social de los inmigrantes en los países de acogida.
Los   distintos niveles de la administración pública, desde la Unión  Europea,  hasta los gobiernos autonómicos y locales, han contribuido, de  maneras  muy diversas, a la dialéctica entorno al codesarrollo, su  significado,  su aplicación práctica, así como las distintas visiones  que se tiene del  concepto, ya sea desde el campo de las migraciones o  desde el de la  cooperación al desarrollo.
Si   bien es el primero el que aborda el nexo migraciones y desarrollo como   codesarrollo tal cual lo conocemos hoy, va a ser el campo de la   cooperación el protagonista de los mayores y más interesantes debates.   Ello es debido a que está suponiendo una revisión de términos y   estrategias que afecta al papel de las ONGD, a su relación con las   comunidades beneficiarias, además de la aparición de nuevos actores   protagonistas, como son las asociaciones y colectivos de inmigrantes. En   definitiva, se está poniendo en cuestión el mismo concepto de   co-operación.
El   escenario europeo no ha servido para poner en común un modelo de   codesarrollo. La falta (buscada) de concreción ha permitido que cada   país asumiese su propia interpretación, que se entienda tanto como una   nueva manera de hacer políticas de cooperación como una vía para regular   y controlar los flujos migratorios, en ocasiones de manera conjunta.
Una   de las consecuencias de la laxitud de ese marco europeo se observa en   el caso español, donde el codesarrollo se aplica de manera muy diversa,   tal como demuestra el análisis de las estrategias país de la  cooperación  española. A ello contribuye en parte la doble presión que  caracteriza  la incorporación del codesarrollo en las políticas públicas  en España.  Por un lado, la ejercida desde la UE con la necesidad de  establecer una  mejor gestión de flujos migratorios, y por el otro, la  ejercida desde la  sociedad civil y la cooperación descentralizada, con  la voluntad de  asociar a los colectivos de inmigrantes como actores de  cooperación y  desarrollo. El doble uso, como gestión de flujos y como  política de  cooperación, genera no pocas dificultades en conseguir  consensos  necesarios y coherencia entre las diversas políticas que  confluyen.
En   el caso catalán, en cambio, el proceso es menos tensionante, pues se   basa en recoger las experiencias previas que ya se venían dando en los   ámbitos de la cooperación municipal y de iniciativas de colectivos de   inmigrantes. La adopción de un significado y otro y la consiguiente   elaboración de políticas, va a depender de los ámbitos competenciales de   cada administración. Por eso en Cataluña y en el ámbito local, al  igual  que ocurre en el seno de Naciones Unidas, se enfatiza más el  papel del  inmigranteindividuo o el colectivo-diáspora mientras que los  gobiernos  estatales plantean, como el francés, el papel esencial del  Estado (de  los Estados, tanto del norte como del sur).
La   superposición de los distintos marcos va a tener implicaciones   importantes, tal como se observa en el caso del papel de las comunidades   y colectivos de inmigrantes. Codesarrollo nace como un concepto para   vincular comunidades de origen con destino y tiene por objetivo   implícito el fortalecimiento de los colectivos de inmigrantes en las   sociedades de acogida. Pero en muchos casos, esta propuesta ha servido   para convertir a los colectivos inmigrantes y/o al inmigrante individual   en agentes ‘obligados’ del desarrollo de su país de origen. Parecería   que cualquier inmigrante tiene la responsabilidad de participar en   proyectos de ayuda al desarrollo de su país de origen, al margen de sus   circunstancias y deseos. Algunos debates sobre el papel de las remesas,   por ejemplo, parecen ir en esta dirección.
Quedan   sin embargo aún importantes interrogantes por resolver en el debate,   algunos de ellos de calado pues conforman la justificación de la   utilidad de adoptar modelos de codesarrollo, y ciertas líneas de trabajo   asociadas. La estrategia catalana de codesarrollo sin duda va a tener   que enfrentarse a estos debates y darles respuesta. Uno de ellos es el   nexo entre migración y pobreza, excesivamente simplificado en el debate   de codesarrollo. Otro aspecto relacionado con el anterior es el papel  de  las remesas, y ligado a éste, en tercer lugar, el rol de las  políticas  públicas de los Gobiernos de los gobiernos de países del sur.  Parece  existir evidencia en que las migraciones no surgen por  situaciones de  pobreza, ni son los emigrantes principalmente pobres. De  la misma manera  parece empezar a evidenciarse que las remesas no son  recibidas por las  familias pobres, por lo que es difícil que se  transformen en instrumento  de reducción de la pobreza. Para salvar este  escollo se aborda la  cuestión de las remesas colectivas. Sin embargo  pasar de lo individual a  lo colectivo nos lleva directamente a cómo se  entienden estos conceptos  en los muy diversos contextos en que se toma  la decisión de migrar, y  en los espacios de relación entre comunidades  de origen y diásporas.
Abordar   el sentido y significado de lo comunitario en origen es vital, y los   contextos africanos y latinoamericanos podrían ser divergentes. Es por   ello necesario avanzar en estudios empíricos que muestren de manera   comparada los resultados de los diversos proyectos de codesarrollo que   se están llevando a cabo en América Latina -principalmente por la   cooperación española, fruto de los flujos migratorios mayoritarios que   recibe España-, y en África Subsahariana -más abundantes en la   cooperación catalana en su ámbito local, y similar al modelo francés-.
Hacer   de las remesas el eje central de los debates en cuanto al nexo   migraciones y desarrollo tiene sus peligros. Ciertamente, como volumen   de flujos económicos entre países de destino a países de origen de los   inmigrantes no resisten comparación con el flujo económico que supone la   Ayuda Oficial al Desarrollo. Ahora bien, no porque sean un volumen   inmensamente mayor son los flujos económicos más pertinentes sobre los   cuales basar el desarrollo de un país. El peligro se encuentra en   sustituir las responsabilidades estatales y públicas por las iniciativas   de carácter privado por mucho que se "colectivicen".
En   este sentido, no debiéramos asistir a la entronización de las remesas   (individuales o colectivas) como sustitutivo de la ayuda oficial al   desarrollo, de la misma manera que en su momento convertimos a ésta   última en sustituta de la financiación del desarrollo por parte de los   Estados del sur. Aun cabiendo la posibilidad de promover iniciativas que   potencien el impacto de las remesas en el desarrollo de los países de   origen, la cooperacion internacional tiene aun por objetivo la  reduccion  de la pobreza, y los Estados siguen siendo actores centrales y  los  responsables ultimos de las politicas publicas de desarrollo.
Finalmente,   sería sumamente valioso que la intensidad del debate sobre el concepto  y  las políticas de codesarrollo que se ha dado en el marco del nexo   migraciones y desarrollo tuviera el mismo eco en otros ámbitos   políticos. Como señalan desde CONCORD, la Confederación Europea de ONG   de ayuda y desarrollo, limitar el vínculo al nexo desarrollomigraciones   puede tener efectos negativos en el primer elemento del binomio.
“Relacionar   políticas de desarrollo y migraciones presenta un claro riesgo de  minar  la atención en el objetivo de erradicar la pobreza y las  desigualdades  en los países más pobres. Europa no puede vincular el  destino de la  ayuda para países en desarrollo con los avances en  migración legal o  ilegal y readmisiones. Aunque los Estados miembros de  la Unión Europea  puedan alcanzar acuerdos migratorios con terceros  países, estos no  deberian ser una condicion para la cooperacion al  desarrollo".
Así,   sería especialmente interesante que dichos vínculos y debates se   llevara a cabo de la misma manera, y con mayor énfasis si cabe por parte   de todos los actores implicados, en las políticas comerciales,   agrícolas o financieras, que también vinculan países de origen y destino   migratorio; y países desarrollados con países en desarrollo. Con ello,   sin duda, lograríamos resituar en el centro de la agenda internacional   de desarrollo el inicial concepto de co-desarrollo.
Nota:
La presente opinión está basada en las conclusiones del artículo Pinyol, G y Royo, E.
"El   concepto de codesarrollo en las políticas públicas: una historia   inconclusa, de próxima aparición en la publicación que recogerá las   ponencias del Primer Congreso Internacional de Codesarrollo, Lleida   16-19 abril de 2008".

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